Dumb money

Dumb money

Ese es el término que se utiliza en Hollywood para referirse a ricos empresarios o herederos que invierten dinero en películas que nunca dan beneficios monetarios. Recordemos a Nick Rubinstein AKA Trust Fund Baby, un heredero judío de la serie Entourage, -interpretado por el neurótico Adam Goldberg– que dilapidaría la fortuna familiar en una película absolutamente desastrosa.

Atentos a esta secuencia.

Es cuando uno se pregunta: ¿si han tenido el conocimiento y la habilidad de hacer fortunas… ¿cómo es posible que se muestren tan torpes con sus inversiones en cine?

Pues según yo, hay dos respuestas (complementarias):

La primera se puede contestar con otra pregunta: ¿cómo es posible que la polilla común, un portento de la evolución, cuyos primeros fósiles se remontan a por lo menos 300 millones de años, sea TAN estúpida y se achicharre en una lámpara?
La respuesta es sencilla: es la luz, amigos. La puta luz. Cual polillas en la noche, los putrimillonarios se ven cegados por las estrellas, los flashes, el jet-set y el glamour.

La segunda respuesta es “contabilidad creativa”, una práctica que han perfeccionado los grandes estudios de Hollywood durante más menos un siglo.

Pero como diría Jack el Destripador (o Harvey Weinstein cada vez que “remonta” una película extranjera): vayamos por partes.
Cuando Sumner Redstone se hizo con la Paramount exigió que todas las películas –hubiera o no liquidez en el estudio- obtuvieran un 25% de su financiación a través de inversionistas privados. Como recuerda Edward Jay Epstein en The Big Picture: Money and Power in Hollywood, de repente aparecieron “civiles” forrados de old y new money como Paul Allen, Michael Steinhardt, Ted Fields III, Philip Anschutz, Kerry Packer, dispuestos a entrar en el juego. Y como uno de ellos dijo más tarde “It´s the ante one pays to get in the game” (“Es la entrada que hay que pagar para entrar al juego”)

Bueno, pues lo que apuntaba a una sana, fructífera y recíproca relación acabó truncada, por no seguir el siguiente mantra: los creativos no deben encargarse JAMÁS de las cuentas. La creatividad es capaz de convertir la sencilla aritmética de un racional y frío balance regido por las objetivas e incontestables reglas de contabilidad internacional en una compleja paradoja relativista digna del gato más negro y envenenado de Schrödinger.

Y los dadaístas contables de Beverly Hills reafirmaron esa realidad: The Blues Brothers, Ruthless People, The Untouchables, Fatal Attraction, Rain Man, Who Framed Roger Rabbit y Batman se declararon… ¡en PÉRDIDAS!

Come again?

Sí. PÉRDIDAS monetarias. FRACASOS comerciales. ¿Otro caso? Coming to America interpretada por Eddie Murphy. Por los números que presentó la Paramount no la vio ni el acomodador. ¿Otro caso? Gone in Sixty Seconds de la Disney, con Nicholas Cage y Angelina Jolie, que a pesar de los 500 millones de dólares recaudados en todas sus ventanas, arrojó pérdidas por ¡153 millones de dólares! Si no me creen, preguntémosle a mi buen amigo Rob Stone, uno de los productores ejecutivos, que tiene un montón de anécdotas al respecto.

En la próxima entrada contaré cómo lo hacen. (Spoiler: usan una técnica muy similar a la matanza del cerdo en España: primero el desangre, luego el despiece).

Y en la siguiente hablaremos del wise money.