December 2013

La idea es el rey


– What does the country want, Teddy? Educate me.
– Sex. Loud music. Hot clothes. Drugs. Fast cars. Did I say sex? We´ll open two movies. Side by side. One´s called “Sex, Drugs and Death”, the other´s called “Mom and Dad Go for a Walk”. Now, where are you going to put your Money, White boy? You do movies about milking the cow. I´ll do ones about fucking and getting loaded. See you at the finish line.

Hollywood Education: Tales of Movie Dreams and Easy Money. David Freeman.

Imagina que TODOS los posibles contenidos para hacer una película estuvieran en el consciente colectivo y que pudieras elegir uno y descargarlo para materializarlo. Sería un colectivo con una capacidad de almacenaje infinita –pues infinitas son las combinaciones de la realidad que pueden dar una historia- y nos pasaría algo así como lo que nos pasó la primera vez que nos sentamos delante de un buscador: ¿y ahora qué? ¿Por dónde carajos empezar?

El cómo abordar el contenido para una película no es algo que tenga claro. De hecho, con este post pretendo pensar en voz alta porque tampoco tengo una respuesta unívoca a algo tan complejo y variado.

– Opción 1: TIRAR DE UNA PREMISA, es decir, en términos de Robert McKee: idea que inspira al deseo que siente el escritor de crear una historia. Se trata de la mera proposición de una historia, reducida a su máxima expresión, y en la que se puede entrever lo ingenioso y resultón de mi ocurrencia.

Mucho cine de palomitas se ha construido sólo sobre la premisa, olvidando el resto de elementos también necesarios para contar una buena historia. Paramount abría fuego al cine comercial de los 80 con un memorando interno en el que decía cosas como “Una idea poderosa es el corazón de cualquier película de éxito (…) La premisa creativa es lo primero que atrae al público al producto (…) No tenemos la obligación de hacer historia. No tenemos la obligación de hacer arte. No tenemos la obligación de hacer una declaración de principios. Nuestra obligación es hacer dinero”. O sea: Milk the fucking cow.

Una década después, en otro memorando, esta vez de la Disney, Jeffrey Katzenberg escribía: “en el mareante mundo de la producción de películas, no debemos distraernos de un concepto fundamental: la idea es el rey”. (“In the dizzying world of moviemaking, we must not be distracted from one fundamental concept: the idea is king.”). Y seguía con: “Estrellas, directores, escritores, cámaras, efectos especiales, nuevos sistemas de sonido… todos ellos tendrán algo que ver con el éxito de una película, pero TODOS ellos deben servir como humildes sujetos ante la supremacía de la idea”. TOMA YA!

[Nota al calce: recomiendo MUCHO que al acabar este post, lean las 28 páginas de este memorando escrito hace 22 años. Enlace al final.]

Pero NADA está escrito en piedra: películas fantásticas se han hecho con premisas muy endebles:

1.- Un jubilado cruza los Estados Unidos en una cortadora de césped para visitar a su hermano enfermo (The straight story. David Lynch)
2.- Una estrella venida a menos y una joven se encuentran en Japón (Lost in translation. Sofia Coppola)
3.- Un divorciado de Nueva York se enamora de la amante de su amigo (Manhattan. Woody Allen)
4.- Un hombre maduro se obsesiona con la rodilla de una adolescente (Le genou de Claire. Eric Rohmer)

¿Quién hubiera apostado por estas ideas?

Conclusión: puedes tener una premisa atractiva y de ahí construir una gran película. Pero también puedes no tenerla y hacer una gran película por otros medios.

En próximos posts hablaremos de más elementos: idea controladora, personajes y atmósfera.

Y lo prometido: 28-page internal memo “The World Is Changing: Some Thoughts on Our Business” by Jeffrey Katzenberg

Mientras espero, desespero (2)

La tensa espera en el cine independiente se parece mucho a la espera del cine de los estudios con la salvedad de que si consigues el greenlight en este último, ya puedes relajarte y disfrutar del resto de tus días. El greenlight de una película independiente se resume en esta frase –otra vez- del genial Oscar Wilde: Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad (Be careful what you wish for, it might come true)

Pero antes de la meta, hablemos del camino. Hay meses, años de espera antes de conseguir levantar tu proyecto. Los inversionistas/distribuidores/productoras van a dilatar la decisión el mayor tiempo posible por los motivos que comentamos en el post anterior, añadiendo en este caso que son dolorosamente ambiguos porque no quieren cerrar la puerta y quemar puentes con un director wannabe que puede acabar siendo la nueva sensación del Festival de Sundance.

Para saber qué hacer durante este tiempo hay dos enfoques:

1.- RESPECTO A TI
Tienes el oficio más complejo del mundo. No el más duro –no me malinterpreten- puesto que es más duro trabajar de albañil en Qatar o en una maquiladora en Beijing. Es complejo porque abarca todas las artes y se sustenta de la ininteligible e imprevisible naturaleza humana. Es decir, es un oficio en el que siempre hay algo que aprender, o de guión, o de arte, o de fotografía, o de actuación, o de tecnología, o de vestuario, o de maquillaje (me enteré hace poco de la moda del maquillaje con aerógrafo), o de efectos visuales, y un largo etc. Para asomarte a esto –abarcarlo todo es imposible- puedes usar ese tiempo “muerto” entre proyectos, además de para mirar el trabajo de otros, de hoy y de ayer, gracias a Netflix y iTunes y Torrents.

No es fácil inventarte el trabajo cada mañana y no perder la esperanza cuando el teléfono no suena, pero mantenerte ocupado te ayudará a sobrellevarlo y a crecer como profesional.
Y así vamos con otra frase de Charles Baudelaire: “No se puede olvidar el tiempo más que sirviéndose de él” (On ne peut oublier le temps qu’en s’en servant).

2.- RESPECTO A TU PROYECTO
Lo único que puedes hacer es medir, reflexionar, para saber cuándo hay que presionar y cuándo hay que ser paciente. Los decision-makers tienen poder sobre ti y no querrás romper la baraja antes de empezar la partida, pero tampoco querrás que se olviden de ti.
En palabras de la productora Lynda Obst (mencionada en el anterior post) durante el desarrollo tienes que transmitir que tu proyecto es real, inexorable, y un tren en movimiento. Habla incluso de una fórmula a aplicar:

P(ower)+ M(omentum)= G(o)

Cuando el Momentum sea el propicio para tu proyecto, es cuando tienes que pasar de esperar a actuar, sin pedir permiso, como si tu proyecto fuera inevitable pasara lo que pasara.

Lo que NUNCA debes hacer es dar por sentado que has salido del “purgatorio” cuando no lo has hecho:

“Casi tengo el dinero en el banco” NO ES tener el dinero en el banco.
“Ya han aprobado la firma del contrato” NO ES tener el contrato firmado.
“El actor ha llorado leyendo el guión” NO ES que su agente acepta tus condiciones de contratación.

Y así.

Ora et labora.

Mientras espero, desespero. Parte 1

Mientras espero, desespero (1)

¿En qué se parecen un soldado, un portero suplente de fútbol y un director de cine?

Yo sé que suena chiste, pero la respuesta, nada graciosa, es que todos se preparan durante toda su vida para unos pocos momentos de acción absolutamente decisivos en los que tienen que demostrarlo TODO. Y para colmo, esos momentos pueden o no llegar nunca, o llegar muy pocas veces.
Y hay poco que uno pueda hacer llegado a un punto, más que no parar de prepararse, leer, ver y conocer. Para no desesperar.
Cuando estás en un sector en el que las decisiones dependen de terceras personas y conllevan altos niveles de riesgo –para el puesto de trabajo del decision-maker o para el patrimonio de un inversionista- cárgate de paciencia y espera. Consuélate mirando el ritmo de trabajo de la mayoría de directores en sus comienzos, en los que se ve claramente lo que han podido tardar – en algunos casos casi una década- en levantar su siguiente película. Ejemplos: David O. Russell (Silver Linings Playbook) o Richard Kelly (Donnie Darko)

En el cine mainstream americano a ese periodo de tensa espera le llaman development hell, un infierno en el que proyectos maravillosos tardan muchísimos años en obtener el ansiado green light. Ese proceso lo pueden leer en el maravillosamente narrado “Hello, he lied” de la productora Lynda Obst (Sleepless in Seattle, The Fisher King), en el que se pregunta cómo es posible que haya miles de “productores” (aquí sí con comillas) en Los Ángeles que no han producido NADA.

Una derivada del development hell es el turnaround, cuando un proyecto –tras pasar su infiernillo de desarrollo- es abandonado por un estudio, ya sea por falta de interés o por un cambio de régimen, y puesto en venta. Cuando otro estudio lo compra empieza DE NUEVO el proceso, cual maldición de Sísifo. Y por cierto, en cada paso del proceso añaden 2 o 3 guionistas.

Una de las cosas que admiro del difunto productor Don Simpson –aparte de su tolerancia a ciertas sustancias- es que cuando llegó a la Paramount quitó la casilla del ‘MAYBE’ de la plantilla que rellenaban los lectores de guión del estudio. De esa manera, los guiones o se aprobaban o no se aprobaban, y no vagaban en el limbo de la odiosa indecisión. Como nota curiosa, Michael Eisner, el jefe de Simpson, puso el proyecto “Beverly Hills Cop” en turnaround y cuando Eisner se fue a la Disney lo primero que Don Simpson le pidió a Ned Tanen. nuevo jefe de Paramount, fue recuperar ese proyecto.

La razón está clara. Es mucho el dinero, es mucha la gente que vive en cargos ejecutivos bien remunerados en esas macrocorporaciones en las que se han convertido los estudios y nadie quiere jugársela, aunque sea a riesgo de perderse el próximo “Inception”.

¿Y en el cine independiente? Eso para el próximo post, junto con buenas soluciones prácticas para combatir el letargo y la dolorosa incertidumbre.