October 2013

No hay de otra (1)

Cuando Francis Ford Coppola escribió en la pared de un aula en La Habana aquello de «Art never sleeps» (el arte no duerme) todos pensamos en esa bucólica imagen del artista bohemio solitario robando horas al día, trabajando en su forma de expresión artística.

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Bueno, pues sí, en mi experiencia hay mucho de eso en un cineasta, pero hay parte que no se cuenta y que también quita horas de sueño y resulta imprescindible en este oficio. Concretamente, y para empezar, en dos disciplinas: Tecnología y Mercado. Intenta visualizar en una imagen cualquiera de los dos campos y compárala con la glamorosa imagen del cine que todos tenemos. Nada que ver… o eso creía. Y más te vale que tengas algo más que unas nociones en ambas.

Empecemos por la Tecnología.
En mi primera película tuvimos que “invitar a irse” (en otras palabras: “despedir”) a dos post-productores y hacerlo yo mismo, por lo que incluso llegué a exigir el crédito de Post-productor (por el que me sentía tan orgulloso como del de Director). Con 3:19 tuve un doctorado acelerado de: diferencias de cuadros (24/25/29.97), escaneo a 2K o 4k, fantasmas en la imagen (sí, como suena), sincronización de audio entre distintas velocidades, exports e imports con diferentes codecs de compresión, deliveries de los laboratorios, TGAs logarítmicos (sí, así), mismo software PERO versiones diferentes, plug-ins inútiles, el milagro-pesadilla de los FTP, resultados erráticos del Final Cut y el After Effects y un sin número de equivocos que dan escalofríos sólo de recordarlos. Y sí, la última llamada es SIEMPRE al director, y sí, son SIEMPRE malas noticias.

Ahora con el proyecto de stop-motion “Es el mar”, tras siete años de cambios tecnológicos desde mi última película vuelvo a iniciar la senda del aprendizaje. Volvemos al After Effects y al Final Cut, pero lo aderezamos además con Adobe Premiere, Dragonframe, Toon-Boom, Maya y Nuke y 3ds Max. Eso aparte de que la técnica de animar cuadro a cuadro supone otro planteamiento de planificación y puesta en escena que no tiene nada que ver con el live-action.

Mi consejo: apliquen el Google Search cuando tengan dudas y dominen el Brute Force approach y el Trial and Error si nada funciona. Yo trabajé y perfeccioné mi Lateral Thinking y me ha ayudado mucho (más de esto en un próximo post).

Créanme, disfrutarán viendo cómo la tecnología puede ayudarles a que su obra luzca.
Y si no, pregúntenle a Alfonso Cuarón o a Guillermo del Toro.

Próximo post: el Mercado.

Ahora Sí

Todos soñamos sobre qué haríamos si tuviéramos una segunda oportunidad.

Yo lo sueño hasta tal punto que mi próxima película (que se llamará “Just in Life”) tratará sobre exactamente eso: segundas oportunidades y poder recorrer el mismo camino con la ventaja de saber dónde están las trampas y emboscadas, cuáles son los mejores y peores compañeros de viaje, cuánto equipaje debes llevar y qué metas reales son las que merecen la pena al final. Eso, NO tiene precio.

Pues así me siento estos días. He vuelto tras las cámaras con un proyecto de stop-motion basado en un hermoso cuento llamado “Es el mar” (más de eso, en los próximos posts). Un calentamiento previo a “Just in Life” con el que estoy disfrutando de la grandeza de este déjà-vu que nos regala la experiencia.

Vuelvo al oficio con todo lo aprendido a cuestas. Sin necesidad de trasnochar, ni de improvisar, sin nervios, sin personajes tóxicos, sin presupuestos guerrillas ni discursos operaprimos, sin inseguridades ni autojustificaciones. Pertrechado sólo de la experiencia, un magnífico equipo y un amor incondicional y absoluto por el cine.

Ahora bien, no hay tierra prometida sin travesía del desierto.