Oda a la Daria

Oda a la Daria

Hace unas horas, en una calle parisina, vi una daria pasear en bicicleta. Mi mirada entrenada la siguió por no más de 3.19 segundos, pero ha marcado el resto de mi día.

Mis pensamientos pasan del lado izquierdo al lado derecho, y vice versa, dentro de mi cerebro, intercambian información y van dejando palabras claves en cada uno de mis oidos.

El iPod suena, y casualmente escoge canciones que refieren el momento que vivo en este preciso instante, y se mezclan con las palabras de mis pensamientos, haciendo un mash-up perfecto.

Sé que algún día volveré a ver a esta misma daria en Madrid o en México o en algún lugar del mundo. Y aún si no es la misma, y aún si es otra daria en bicicleta, bastará para que mis pensamientos vuelvan a migrar de lado a lado de mi cerebro y me vuelvan a dejar mensajes claros pero crípticos, de que todas estas darias seguirán existiendo, y seguirán pasando en sus bicicletas para confundir, herir, arruinar y alegrar, aunque sea fugazmente, mis entrenados ojos en algún lugar del mundo.